Paulina Salazar
La Bella y la Bestia | Crítica
Por Paulina Salazar
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Desde que vi el tráiler de The Beauty and The Beast de Bill Condon, el año pasado, sabía muy en el fondo que era mala idea. Últimamente hemos visto adaptaciones de clásicos de Disney a live-action como El Libro de La Selva (Jon Favreau, 2016), Maléfica (Robert Stromberg, 2014) y muy pronto Mulán.
La película de Condon es bastante similar a la película animada, así que nuestra nostalgia no se ve afectada si de recordar se trata.
Técnica impecable de Disney
Bella (Emma Watson) es una chica de un pueblo pequeño que la etiqueta como una joven rara por ser instruida y reservada. Después de que su padre (Kevin Kline) haga un viaje al mercado que sale mal, Bella va a buscarlo al castillo de la Bestia (Dan Stevens), quien sufre de una maldición por una bruja que afecta su apariencia junto a los sirvientes del castillo.
La película goza de momentos muy amenos con la música –la cual es su punto fuerte– pero se desploma al momento de tratar asuntos con necesidad de verdadero diálogo. El ritmo de la historia es bastante bobalicón e inocente, los intercambios de los personajes no llegan a cuajar entre ellos por querer explicarnos cada pequeña cosa que sucede en la cinta y meter tanto del cuento en dos horas.
Por otro lado, los números musicales que no incluían algún tipo de CGI, eran espléndidos. Maravillosas coreografías amontonadas en un set algo pequeño, pero que su valía era mucho mayor a comparación de las escenas atiborradas con imágenes por computadora, la Bestia incluida.
La canción Be Our Guest es visualmente encantadora por un momento, pero se convierte en algo parecido a contaminación visual cuando se multiplican las acrobacias digitales a más de lo que el ojo puede digerir .
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Emma Watson en una actuación desabrida
Emma Watson en el papel de Bella es sin duda un caso de casting por parecido físico y por publicidad, cosa que podemos apreciar en las canciones extremadamente arregladas en las que apenas se alcanza a distinguir que es su voz y no la de un robot. Hasta Ewan McGregor y Emma Thompson –Lumiere y la Sra. Potts respectivamente– sacaban más provecho de su papel –los cuales no requerían ningún tipo de expresión facial– que Watson, muy blanda en su personaje. Llega un momento en el que el movimiento de las cejas no es suficiente para un papel que necesitaba de gran presencia escénica. Probablemente esté proyectando la imagen de Emma Watson siendo Emma Watson, porque va en completa disincronía con el resto del cast y parecieran brillar mucho más que ella, adueñándose de la película.
Algo que muchos de los que vayan al cine a ver la película están esperando, es al personaje “abiertamente gay”. Todas las escenas entregadas por Josh Gad, quien interpreta al cómplice de Gaston (Luke Evans), Lefou son increíblemente cómicas. La química que existe entre Lefou y Gaston es todo lo que los animadores de la película original soñaron. La actuación de Gad tiene divertidas pistas homosexuales con un toque de humor parecido al de Some Like It Hot (Billy Wilder, 1959), que incluso tienen un guiño al travestismo que resulta muy gracioso y nada por lo qué escandalizarse.
Nominación al Oscar
Una nominación al Oscar de Mejor Vestuario, sería lo de menos. La caracterización y el detalle que se le imprimió a la cinta es magistral, digno de un verdadero cuento de hadas que aunado con la coreografía, hacen que los números de baile y escenas con gran número de actores sea un deleite que encanta al espectador.
La cinta prometía bastante pero fue condenada por su uso excesivo de las imágenes por computadora donde no había necesidad de que existieran en primer lugar. Los actores fueron quienes elevaron la película a un evento con corazón y al final, fueron ellos quienes dieron ese algo que hizo que valiera la pena pagar una entrada.
Acerca del director: Bill Condon
Su trabajo como director es relativamente nuevo, porque se ha desempañado más que nada en el fuerte de la escritura de guiones, algunos de los cuales han sido éxitos de taquilla como favoritos de los Óscares, entre estos están Dreamgirls –la película de Beyoncé, Eddie Murphy y Jennifer Hudson– y la ganadora del Óscar a Mejor Película Chicago.